viernes, 30 de octubre de 2009

Qué fotografiar en invierno. 2- La iluminación


En invierno la luz del sol se convierte en algo escurridizo. Frecuentemente pálida y lánguida, la luz contribuye a resaltar la frialdad de un paisaje y, dado que cae en un ángulo bastante bajo, sus rayos sesgados tienen carácter selectivo y ponen de relieve algunas partes del tema.


  • Casi invariablemente, las fotos tomadas con una pizca de luz solar, por insignificante que sea, resultan preferibles a las que no han gozado de esta ventaja.

  • Para reducir al mínimo el exceso de azul en los fondos oscuros, resulta útil un filtro ultravioleta.

  • Dado que en general el invierno es más pobre en colorido, es poco probable que los paisajes abiertos y las panorámicas sean tan agradables de ver como las fotos tomadas en lugares más restringidos.

  • A veces, para aliviar la monotonía que invade toda la imagen, es de desear un toque de contraste, que puede consistir en un retazo o mancha de color (por ejemplo, una persona vestida llamativamente, la pintura de una puerta o de un edificio) o, simplemente, una zona en sombras.
  • En los inviernos benignos de los países cálidos no es raro que en enero o febrero aparezcan ya algunos retoños verdes.

  • El dibujo que forman los campos —labrados algunos, pastos los otros— permite obtener fotos atractivas, especialmente desde alguna elevación que domine las ondulaciones del terreno.

  • Los viejos graneros, cercados y aperos de labranza resultan prometedores.
  • Un poco de sol tras un fuerte aguacero le permitirá hacer estudios «diferentes» de textura y trazado. Observe también los riachuelos y los estanques.
  • Los crepúsculos invernales reflejándose en el agua son un magnífico tema para sus fotografías.
  • ¡Mucho cuidado con los días realmente grises! A no ser que los escoja premeditadamente con vistas a un tema determinado, la luz mortecina que predomina en tales días «mata» el interés de la imagen. Si se trata de mejorar las cosas recurriendo al «flash» electrónico, se corre el riesgo de que la imagen adquiera un tono tan poco natural que la haga inaceptable.

  • Paradójicamente, las neblinas y la niebla (incluso la más espesa) se prestan muy bien a la fotografía. Al disimular los detalles y restringir el campo visual, estos fenómenos presentan formas y planos vigorosos y a la vez sencillos, dotados de unos valores gráficos muy característicos. Si además hay un poco de sol, casi todos los objetos pasarán a ser tema fotográfico en potencia.
  • ¡ATENCIÓN!¡Vigile que no se forme condensación en el objetivo!