Las fotos de animales gozan de gran popularidad entre los aficionados a la fotografía. Es muy sencillo fotografiar el gato o el perro que tenemos en casa. Es muy sencillo, repito, si lo que se pretende es tener un recuerdo gráfico de los mismos. Pero si se quiere obtener una foto verdaderamente notable, hay que tomar ciertas precauciones. Los fallos suelen ser culpa del fotógrafo, ya que los animales nunca se muestran tímidos ante la cámara ni se comportan torpemente. Toda persona que ame realmente a los animales sabrá que el éxito depende principalmente de la capacidad de comprenderlos. Por añadidura, el fotógrafo debe hacer grandes alardes de paciencia y tener rapidez de reflejos para que no se le escape el momento preciso.
- Toda vez que los movimienfos de los animales son más o menos imprevisibles, deben ser considerados temas para fotos «de acción», a no ser, claro está, que los capte cuando estén dormidos o descansando. Así pues, lo mejor es fotografiarlos en exteriores y con buena iluminación, así como estar dispuestos a tirar muchas fotografías.
- Una sensibilidad media suele bastar, salvo para los animales que se mueven mucho. Una gran sensibilidad, por supuesto, tiene sus ventajas, pues permite fotografiar con aberturas menores (con el consiguiente aumento de la profundidad de campo) y con obturaciones más rápidas.
Los gatitos
- Las graciosas cabriolas de los gatitos, su aire de tímida sorpresa, los convierte en temas «naturales». Mientras son pequeños, no se mueven con la suficiente rapidez como para exigir el empleo de obturaciones ultrarrápidas y, por regla general, son más fáciles de manejar que los gatos ya crecidos.
- Asimismo, al mirarlos por el visor se ven muy diminutos y ocupan solamente una pequeña parte de la foto, de modo que resulta útil emplear un objetivo suplementario o de distancia focal larga.
- Es esencial fotografiarlos desde un ángulo cercano.
- No se empeñe en arreglárselas solo. Haga que le ayude alguien, y si hay varios animales, ¡que le ayuden varias personas!
- El marco idóneo para estas fotos es, lógicamente, el jardín. Si el gatito está dormido en una silla, no resulta difícil levantar la silla y sacarla al jardín sin que el animalito se despierte. Si esto no es posible, coloque otra silla en el jardín y saque solamente el gatito y el cojín. Entonces tendrá una buena oportunidad de sacar una serie de fotos a medida que el gatito se despierta, se despereza, bosteza y empieza a juguetear con el cordel que sostenga la persona que le ayude a usted.
- Antes le habrá dicho a esta persona cuáles son sus intenciones y dónde quiere que se coloque para que no salga en la foto. Así podrá concentrar toda su atención en el manejo de la cámara.
- Para que el animal mire en la dirección que usted desee, puede recurrir a algún gesto o ruido que llame su atención. Pero este truco quizá dé resultado una sola vez. Por favor, no lo adorne con cintas y lazos: a ningún gato le gusta eso.
- Es una tontería colocar un gatito de piel atigrada sobre un cojín donde haya gran cantidad de dibujos, ya que las dos cosas no harán juego entre sí.
- El fondo es muy importante y debería ser de algún color sencillo que proporcione un buen contraste. Hará falta otro cojín o un paño (bastará también con una simple toalla) para cubrir el respaldo de la silla.
- Tampoco está de más tapar igualmente los lados.
- Para recalcar el reducido tamaño del gatito, su aire de desvalido, coloque a su lado algún objeto (un carrete de algodón, por ejemplo) que contraste con él por su tamaño.
- No instale la silla en un lugar en el que se proyecten las sombras de los árboles, vallas o emparrados.
- La iluminación lateral pondrá de relieve la textura.
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