La Fotografía en verano 2- En el campo
Debido en parte a la calina y, también en parte, a la difusión uniforme de la luz, los paisajes fotografiados desde lejos suelen resultar decepcionantes.
La visibilidad es mejor cuando acaba de llover.
A no ser que en primer término haya algo o alguien, se perderá el efecto de lejanía. También es este caso puede reducirse el matiz azulado empleando un filtro ultravioleta.
En los días completamente despejados es una buena idea tratar de romper la monotonía del ciel haciendo que aparezcan en primer término unas cuantas ramas o un poco de follaje, que, además contribuyen al necesario equilibrio del primer término.

Lo mismo sucede con las calles de los pueblecitos, las techumbres de teja y las casas de campo de original configuración.
La textura en las paredes revocadas y de la madera envejecida queda puesta de manifiesto, aunque es preciso no olvidar que la luz del atardecer es susceptible de imprimir una tonalidad amarillenta en todo ello, incluso en el rostro de las personas que aparezcan en la foto.

Suele ser lo mejor ajustar la exposición de manera que conserve una buena parte de la riqueza cromática del cielo, dejando la línea del horizonte y el primer término en la sombra.
Jamás debe emplearse una exposición excesiva para una puesta de sol., especialmente en las tierras bajas, ya que en ellas es posible que produzcan neblinas que den a la imagen un aire de irrealidad.
Si quiere probar suerte fotografiando el arcoiris, es conveniente una ligera subexposición (los colores no son ni mucho menos tan intensos como parecen a simple vista).

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