martes, 22 de septiembre de 2009

Los pioneros de la Fotografía en Bilbao

El Museo de Bellas Artes de Bilbao recibe un segundo depósito de la colección Ordóñez-Falcón con 47 fotos de los pioneros que establecieron las reglas de este arte
Entre el presente y el pasado de hace 150 años media un abismo, también para la fotografía, con su drástica evolución desde los complejos procesos técnicos de entonces hasta la comodidad digital de ahora. Pero hay algo que permanece: la misma voluntad de reproducir los paisajes del viajero, o del turista, las poses delante de la cámara, los retratos de familiares, el deseo del fotógrafo de eternizar la belleza de una flor o de un objeto cotidiano, como demuestra la exposición que hoy se abre al público en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
La muestra consta de 47 fotografías fechadas entre 1852 y 1913, procedentes de la colección Ordóñez-Falcón y depositadas en el centro artístico para los cinco próximos años. Los artífices de estos fondos, Enrique Ordóñez e Isabel Falcón, que atesoran 1.500 fotos históricas y contemporáneas de calidad museística, también hicieron otro depósito -de 61 instantáneas- en el museo en 2007.
Según el director de la pinacoteca, Javier Viar, que estuvo al lado del propio Ordóñez y del alcalde de Bilbao y presidente de la institución, Iñaki Azkuna, la exposición cubre la época en que «la fotografía empieza a tomar conciencia de sus posibilidades técnicas y artísticas».

Talento extranjero
Pero no sólo eso. Porque los fotógrafos también comenzaron a ver las ventajas económicas del oficio en unos años en los que, por fin, un número creciente de personas podía pagarse un retrato suyo o de su familia, lo que rompió el privilegio que tenían los ricos y burgueses en el periodo precedente de la pintura.

Uno de los estos profesionales fue Pablo Audouard, de ascendencia francesa aunque nacido en La Habana de padre también fotógrafo. Pionero de este arte en España, abrió un estudio de Las Ramblas de Barcelona y fotografió el puerto con una pureza de líneas absolutamente clásica, como se puede comprobar en dos fotos incluidas en la muestra.
El asentamiento de fotógrafos ex tranjeros en suelo español fue una constante de la segunda mitad del si glo XIX.
El galés Charles Clifford llegó en 1850, hizo primeros planos de los tejados de la catedral de Salamanca y medios de su fachada para experimentar con las distancias. También se estableció en Madrid, fue el fotógrafo oficial de la reina Isabel II, a la que acompañaba en sus viajes oficiales, y abrió estudios en calle Montera de Madrid, en la Puerta del Sol y en la Carrera de los Jerónimos.

Este último local lo alquiló luego Jean Laurent, fotógrafo de la reina cuando murió Clifford, que realizó un exhaustivo catálogo sobre las obras del Museo del Prado y que no se privó del pintoresquismo romántico tan en boga en el XIX, como se comprueba en un nítido retrato de una pareja de campesinos de Castellón vestidos con el traje regional que se muestra ahora en Bilbao.
Entre todos los profesionales fueron definiendo las reglas y los géneros, el paisaje sobre todo urbano, la foto artística, centrada en los primeros planos de plantas y flores, la insinuación erótica, los bodegones que arrinconaron el realismo en pintura, porque después de la fotografía ya no tenía sentido pintar las cosas como eran, sino tal y como las veían los artistas.
Unas pocas fotografías entran ya en la intimidad de los retratados, como también hicieron los pintores realistas de la época, aunque a través de este medio, reproducible hasta el infinito. En estas imágenes, algunos espectadores intuirán un lejano rastro de la actualidad.
La colección Ordóñez-Falcón, presente también en otros centros artísticos, se asienta así en el museo, una oportunidad muy apetitosa para conocer los fundamentos históricos de la fotografía.

Ver noticia original : http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20090922/cultura/primeras-luces-fotografia-20090922.html